domingo, 3 de abril de 2011
Los Lectores del Quijote
Acabado aquel incidente en el río, proseguimos con nuestro camino, noté a Sancho algo perdido pero no le di importancia ya que de inmediato comencé a recordar a mi bella, a la preciosa, a la mujer mas bella, mas dulce, mas especial, mas gentil, mas cariñosa, que mas decir pues es la perfección personificada de quien mas podría estar hablando si no es de mi bella Dulcinea del Toboso.Solo pensar en ella hace que el el día mas gris o la aventura mas peligrosa sea igual a un paseo por el parque. Y así seguí deleitándome con su imagen en mi mente hasta hasta que callo la noche y yo también. Al día siguiente continuando con nuestro camino Sancho y yo nos topamos con un Duque y con una Duquesa, a los cuales sin ningún preámbulo les ofrecí mis mas humildes servicios. Con una humilde sonrisa en su rostro los dos tanto el Duque como la Duquesa actuaron como si ya escuchado (o leído) de mí cosa que la verdad no me sorprende ya que quien no ha de conocer a Don Quijote de la Mancha el famoso caballero andante, defensor de los indefensos y protector de la justicia. Pero bueno los Duques muy amablemente me ofrecieron junto con mi escudero ir a pasar unos días en su humilde vivienda , oferta que por supuesto no pude rechazar.
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Capitulo 30
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